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LOS DUEÑOS DE LA CAPITAL C.C., MIRAN LA ESCLAVITUD QUE HAN CREADO EN EL TAXI
Los taxistas, estas criaturas gañanes y cobardes, no pueden asumir la libertad ni hacer frente a la verdad. Ellos deben ser dirigidos por aquellos que son más fuertes que ellos. Los taxistas tienen la elección entre la libertad y la felicidad, sin embargo la felicidad vale más. El bien de los otros no nos interesa, solo buscamos el poder, nada más que el poder. Los nazis y los comunistas se parecen mucho a nosotros por sus métodos. Ellos pretendían haberse amparado del poder por un periodo limitado; pasado el punto crítico, habría un paraíso donde los hombres serian libres e iguales. No somos así, sabemos que nadie que se ampara en el poder renuncia a él. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución. Se hace una revolución para establecer una dictadura. La persecución tiene por objeto la persecución. La tortura tiene por objeto la tortura. El poder tiene por objeto el poder. La esclavitud es libertad. Solo, libre, el taxista es siempre vencido. Pero si renuncia a su identidad, si se somete regular y totalmente, se funde en el poder colectivo, es entonces todo-poderoso e inmortal. Este poder es también el poder sobre otros taxistas, sobre los cuerpos pero sobretodo sobre las mentes. El poder sobre la materia no es importante, nuestro dominio de la materia es ya absoluto. Lo que importa es de controlar a la mente. La realidad está en el interior de la cabeza... El poder real, el poder por el cual debemos luchar día y noche, es el poder no sobre las cosas, pero sobre los taxistas ¿Cómo aseguramos el poder sobre el prójimo? Haciéndole sufrir. La obediencia no basta. ¿Cómo, si no sufre, podemos estar seguros que obedece, no a su voluntad, pero a la nuestra?
El poder es infligir sufrimiento y humillaciones. El poder es destruir el espíritu humano en pedazos que se junta después bajo nuevas formas que se escoge. Empiece usted a ver qué clase de gremio estamos creando? Un sector de temor, miedo, traición, tormento. Un gremio de aplastadores y aplastados, un sector que a medida que se afine se volverá cada vez más despiadado. El progreso del taxi será el progreso hacia sufrimientos. Nuestra civilización está fundada sobre el odio; no habrá otras emociones que el temor, la rabia, el triunfo y la humillación. Habrá a cada instante, el escalofrió de la victoria, la sensación de aplastar a un taxista impotente... Tanto así que un gremio de taxistas triunfadores será un mundo de terror... Controlaremos la vida a todos los niveles.
El taxista es infinitamente maleable. Tal es el taxista que preparamos. Un gremio donde las victorias se sucederán a las victorias y los triunfos a los triunfos, un sector de eterna presión, siempre renovada, sobre la fibra del poder. Empieza a concebir lo que será este gremio. Al final hará más que comprenderlo, lo aceptara, lo acogerá con felicidad, pedirá su parte y amara a sus propios esclavizadores..."
Los taxistas de Santa cruz de Tenerife, ya han aceptado el amar a sus dueños, llenos de felicidad, porque al final han comprendido que es lo mejor, y lo acepta con buen gusto y buen agrado, no les importa estar 16 ó 20 horas trabajando para ganar 20€, lo ve muy normal, y acoge con amor y felicidad, su nuevo estado de esclavo.
¿Este pueblo oprimido al final pedirá que lo saquen de la esclavitud de los dueños de la capital, C.C.?
Miguel se mueve, ¿y tú?
Los taxistas, estas criaturas gañanes y cobardes, no pueden asumir la libertad ni hacer frente a la verdad. Ellos deben ser dirigidos por aquellos que son más fuertes que ellos. Los taxistas tienen la elección entre la libertad y la felicidad, sin embargo la felicidad vale más. El bien de los otros no nos interesa, solo buscamos el poder, nada más que el poder. Los nazis y los comunistas se parecen mucho a nosotros por sus métodos. Ellos pretendían haberse amparado del poder por un periodo limitado; pasado el punto crítico, habría un paraíso donde los hombres serian libres e iguales. No somos así, sabemos que nadie que se ampara en el poder renuncia a él. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución. Se hace una revolución para establecer una dictadura. La persecución tiene por objeto la persecución. La tortura tiene por objeto la tortura. El poder tiene por objeto el poder. La esclavitud es libertad. Solo, libre, el taxista es siempre vencido. Pero si renuncia a su identidad, si se somete regular y totalmente, se funde en el poder colectivo, es entonces todo-poderoso e inmortal. Este poder es también el poder sobre otros taxistas, sobre los cuerpos pero sobretodo sobre las mentes. El poder sobre la materia no es importante, nuestro dominio de la materia es ya absoluto. Lo que importa es de controlar a la mente. La realidad está en el interior de la cabeza... El poder real, el poder por el cual debemos luchar día y noche, es el poder no sobre las cosas, pero sobre los taxistas ¿Cómo aseguramos el poder sobre el prójimo? Haciéndole sufrir. La obediencia no basta. ¿Cómo, si no sufre, podemos estar seguros que obedece, no a su voluntad, pero a la nuestra?
El poder es infligir sufrimiento y humillaciones. El poder es destruir el espíritu humano en pedazos que se junta después bajo nuevas formas que se escoge. Empiece usted a ver qué clase de gremio estamos creando? Un sector de temor, miedo, traición, tormento. Un gremio de aplastadores y aplastados, un sector que a medida que se afine se volverá cada vez más despiadado. El progreso del taxi será el progreso hacia sufrimientos. Nuestra civilización está fundada sobre el odio; no habrá otras emociones que el temor, la rabia, el triunfo y la humillación. Habrá a cada instante, el escalofrió de la victoria, la sensación de aplastar a un taxista impotente... Tanto así que un gremio de taxistas triunfadores será un mundo de terror... Controlaremos la vida a todos los niveles.
El taxista es infinitamente maleable. Tal es el taxista que preparamos. Un gremio donde las victorias se sucederán a las victorias y los triunfos a los triunfos, un sector de eterna presión, siempre renovada, sobre la fibra del poder. Empieza a concebir lo que será este gremio. Al final hará más que comprenderlo, lo aceptara, lo acogerá con felicidad, pedirá su parte y amara a sus propios esclavizadores..."
Los taxistas de Santa cruz de Tenerife, ya han aceptado el amar a sus dueños, llenos de felicidad, porque al final han comprendido que es lo mejor, y lo acepta con buen gusto y buen agrado, no les importa estar 16 ó 20 horas trabajando para ganar 20€, lo ve muy normal, y acoge con amor y felicidad, su nuevo estado de esclavo.
¿Este pueblo oprimido al final pedirá que lo saquen de la esclavitud de los dueños de la capital, C.C.?
Miguel se mueve, ¿y tú?