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| La región ha perdido más de 180 taxis en los últimos quince años | |
<TABLE width="98%" align=center bgColor=#ffe8c9 border=0> <TR> <td>   Una parada de taxis de Mieres, donde sólo hay un coche en el espacio reservado para este servicio de transporte. :: JUAN CARLOS ROMAN ASTURIAS <LI>La concentración de la población en el área central y la extensión de las líneas de autobús han erradicado el servicio en parte de la zona rural. Asturias contaba en 1994 con una flota de taxis de 1.672 vehículos, que ha ido menguando hasta los 1.486 turismos del presente. Así lo confirmó hace unos días el Instituto Nacional de Estadística (INE). ¿A qué se debe esta pérdida del 11,2%? La respuesta hay que trenzarla con variables demográficas, económicas y políticas. Hace quince años, el Principado tenía más ciudadanos. Había entonces 1.117.370 censados, cifra sobre la que el último parte del INE hace una rebaja del 2,8% para dejar el padrón en 1.085.289 asturianos. Además de disminuir, la población ha ido concentrándose aún más en el área central, deshabitando pueblos enteros. Lo contaba hace una semana este periódico: hay ahora mismo en la región 651 núcleos totalmente desiertos mientras que en otros 265 solo se puede encontrar a un único vecino. En consonancia con este despoblamiento, «el taxi fue abandonando las zonas rurales y se refugia en las grandes ciudades», constata José Artemio Ardura, taxista desde 1982 y secretario general de la Federación Asturiana Sindical del Taxi (FAST) desde 1990. En este tiempo ha visto desaparecer «la mitad de la flota que había en Luarca, Vegadeo, Boal, Tapia de Casariego o Mieres». Recuerda que, hace quince años, en sitios como Venta de Ranas (Villaviciosa) «había tres coches y ahora tengo miedo de que no quede ninguno». Por contra, las plazas fuertes han incrementando su número de licencias: en Gijón, hay hoy 308 taxistas (cuando hace 25 años eran 245); en Oviedo, el incremento ha sido similar y Avilés «tiene la peculiaridad de que no se crean licencias nuevas desde hace más de dos décadas, pero tampoco ha perdido coches», explica Ardura. Al mismo tiempo que la población y sus servicios de taxi han ido concentrándose, el Principado ha reordenado la red de autobuses hasta el punto de que «pueblos que antes tenían un autobús al día, ahora tienen dos o tres, y eso también nos ha quitado mucho negocio», explica el representante del sector. Lo curioso es que estos ajustes en las frecuencias no se han llevado a cabo comprando un mayor número de autobuses: en 1999 el censo de autobuses en Asturias era de 1.414 unidades y ahora está en las 1.307. Los registros del INE aseguran, además, que, en realidad, el autobús no ha ganado cuota de mercado. En los diez primeros meses de 1996 se contaron 31 millones de pasajeros en este transporte urbano, cuando este año no pasan de 30,2 millones en el mismo periodo. Una región motorizada Según esta estadística, aunque las grandes ciudades han crecido, sus autobuses no se han llenado en la misma proporción. Eso conduce a la última de las variables: la economía. Las familias asturianas manejan hoy más dinero y eso ello ha devenido en una motorización masiva. Según la Dirección General de Tráfico (DGT), en 1999 el parque móvil era de 391.215 coches; una década después, la cifra se ha disparado hasta los 493.893 utilitarios. «Antes había un coche para toda la familia y ahora pueden tener hasta tres», reflexiona Artemio. Al final, la suerte del taxi no parece corresponderse con la del resto de la población: «Es algo paradójico, pero, a nosotros, las mejoras en las comunicaciones, que la gente pueda disponer de coches y autobuses es lo que nos acaba haciendo polvo». El Comercio </LI></TD></TR></TABLE> | |
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