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La crisis también golpea a los taxistas
Pese a que la carrera mínima en Vitoria es 50 céntimos más cara que la media española, los conductores tienen que trabajar «hasta 14 horas» para hacer un servicio cada 60 minutos
05.10.08 -
MARÍA ZABALETA
| VITORIA
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Una larga fila de taxis aguarda la llegada de algún cliente en la parada de Jesús Guridi, en pleno centro, mientras los conductores matan las horas muertas charlando. / IGOR AIZPURU
Una carrera cada sesenta minutos, hasta catorce horas de jornada laboral, gastos que se disparan empujados por el elevado coste del combustible y un cada vez menor margen de beneficios. La desaceleración económica ha dado paso a la crisis y a los taxistas de Vitoria tampoco les salen las cuentas.
De un lado, la capital alavesa ha dejado de ocupar las primeras posiciones en el ranking de ciudades españolas con las tarifas de taxi más elevadas. Y es que, mientras que el incremento medio de las tasas aplicado a comienzos de año en España fue del 4,8%, en Vitoria, las tarifas apenas subieron un 3%, 1,2 puntos por debajo del IPC. Aun así, la carrera mínima -que incluye un recorrido de 1.500 metros- cuesta en Vitoria 3,44 euros, 50 céntimos más que la media nacional. El precio medio del kilómetro -0,71 euros- es, sin embargo, cinco céntimos más bajo que el promedio nacional. «Demasiado bajo» para los conductores, demasiado elevado para los clientes, cada vez más escasos.
Cuentan, de hecho, los taxistas que nunca antes las carreras habían sido tan escasas ni tan cortas. «Puedes estar parado una hora para un recorrido de seis euros», explica Tomás Alonso, 56 años, los veinte últimos al volante de su coche. Fue en plena crisis de los ochenta cuando Tomás buscó su futuro en el taxi y, ahora, otra crisis amenaza con amargarle la soñada prejubilación.
20 euros más de gasolina
En su caso, el mantenimiento de su vehículo le supone, «trabaje o no», 30 euros diarios de gastos fijos, entre el seguro, la seguridad social, los impuestos o la amortización del vehículo. A ello hay que sumar el combustible, que ha subido un 40% en el último año. Llenar el depósito cuesta ahora 20 euros más que hace apenas doce meses y eso para un profesional del volante es un gasto «inasumible» en tiempos de crisis.
Pero el alza del precio del petróleo es sólo la punta del iceberg. Y es que, según datos del estudio de costes interanual que la Asociación del Taxi ha puesto ya en manos del Ayuntamiento, con vistas a la revisión anual de sus tarifas, los gastos de estos profesionales se han incrementado un 11% en el último año. Y, entretanto, su volumen de trabajo se ha reducido de forma considerable. «No hace tanto, hacíamos dos carreras a la hora y, en momentos de mucho trabajo, incluso tres. Ahoran eso es impensable», coinciden en señalar los profesionales. Por este motivo, desde la agrupación provincial del taxi vuelven a alzar la voz para exigir que las subidas se ajusten al coste real de su profesión.
No en vano, la tarifa media por kilómetro en Vitoria es, a día de hoy, cinco céntimos inferior a la media española.
«Nadie tiene un duro y, a no ser que sea muy necesario, la gente coge el autobús o va 'a pata'. Faltan pasajeros y sobran taxis, así que no nos queda otra que meter más horas para, encima, ganar menos», expone José Luis López de Landache instantes después de aparcar su Mercedes en la parada de Jesús Guridi.
La estampa con la que se topa es la misma que se encontraría en la parada de la catedral, en la de Chile o en la de Portal de Castilla: filas de no menos de media docena de taxis parados, conductores de cháchara y escasa rotación. «El otro día estuve parado más de tres horas en El Pilar sin recoger a un solo cliente. ¿Qué hacemos?».
La respuesta la da, a renglón seguido, el propio Jesús, cuatro años en el gremio. «A meter jornadas de catorce horas diarias y sin librar un solo día. Este año, me he podido ir una semana de vacaciones y, como yo, muchos. Pero entiendo a la gente. Si no hay dinero, en vez de tomarse cinco cervezas, se toma una, y en vez de coger un taxi, se va andando».
La crisis está sacudiendo con fuerza al sector y, una vez más, el dedo acusador apunta, en parte, al Ayuntamiento. «La situación -explica el presidente de la Asociación del Taxi de Álava, José Antonio García- ya se veía venir, así que no se tendrían que haber concedido las últimas veinte licencias que se dieron el año pasado. Ahora mismo, no hay trabajo para todos».
Y es que, por más que Vitoria siga siendo la capital de su entorno con menos taxis por habitante -tiene en la actualidad una flota de 194 vehículos públicos, lo que arroja un ratio de 0,84 vehículos por cada mil vecinos-, «esta ciudad sigue siendo un pueblo, un pueblo grande». Lo dice un chófer que se presta a hablar con la condición de no desvelar su identidad.
Ni turismo, ni aeropuerto
«No tenemos turismo, tampoco funciona el aeropuerto. No podemos compararnos con Bilbao, ni siquiera con Donosti», argumenta. «Y que no se nos olvide que también hay licencias concedidas por la Diputación para los taxis de lujo y los vehículos de alquiler con conductor».
Las constantes protestas del gremio por todas esas cuestiones han dado ya algún fruto. Y es que, pese a que el actual partido en el gobierno, el PSE, impulsó hace un año desde la oposición una iniciativa para elevar el número de taxis hasta los 230, el alcalde, Patxi Lazcoz, ha descartado por el momento conceder más licencias. Prefiere, dice, ser «prudente» y esperar a comprobar cómo evoluciona el servicio con la nueva ordenanza, que entró en funcionamiento en diciembre del año pasado.
Pese a que la carrera mínima en Vitoria es 50 céntimos más cara que la media española, los conductores tienen que trabajar «hasta 14 horas» para hacer un servicio cada 60 minutos
05.10.08 -
MARÍA ZABALETA
| VITORIA
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Una larga fila de taxis aguarda la llegada de algún cliente en la parada de Jesús Guridi, en pleno centro, mientras los conductores matan las horas muertas charlando. / IGOR AIZPURUUna carrera cada sesenta minutos, hasta catorce horas de jornada laboral, gastos que se disparan empujados por el elevado coste del combustible y un cada vez menor margen de beneficios. La desaceleración económica ha dado paso a la crisis y a los taxistas de Vitoria tampoco les salen las cuentas.
De un lado, la capital alavesa ha dejado de ocupar las primeras posiciones en el ranking de ciudades españolas con las tarifas de taxi más elevadas. Y es que, mientras que el incremento medio de las tasas aplicado a comienzos de año en España fue del 4,8%, en Vitoria, las tarifas apenas subieron un 3%, 1,2 puntos por debajo del IPC. Aun así, la carrera mínima -que incluye un recorrido de 1.500 metros- cuesta en Vitoria 3,44 euros, 50 céntimos más que la media nacional. El precio medio del kilómetro -0,71 euros- es, sin embargo, cinco céntimos más bajo que el promedio nacional. «Demasiado bajo» para los conductores, demasiado elevado para los clientes, cada vez más escasos.
Cuentan, de hecho, los taxistas que nunca antes las carreras habían sido tan escasas ni tan cortas. «Puedes estar parado una hora para un recorrido de seis euros», explica Tomás Alonso, 56 años, los veinte últimos al volante de su coche. Fue en plena crisis de los ochenta cuando Tomás buscó su futuro en el taxi y, ahora, otra crisis amenaza con amargarle la soñada prejubilación.
20 euros más de gasolina
En su caso, el mantenimiento de su vehículo le supone, «trabaje o no», 30 euros diarios de gastos fijos, entre el seguro, la seguridad social, los impuestos o la amortización del vehículo. A ello hay que sumar el combustible, que ha subido un 40% en el último año. Llenar el depósito cuesta ahora 20 euros más que hace apenas doce meses y eso para un profesional del volante es un gasto «inasumible» en tiempos de crisis.
Pero el alza del precio del petróleo es sólo la punta del iceberg. Y es que, según datos del estudio de costes interanual que la Asociación del Taxi ha puesto ya en manos del Ayuntamiento, con vistas a la revisión anual de sus tarifas, los gastos de estos profesionales se han incrementado un 11% en el último año. Y, entretanto, su volumen de trabajo se ha reducido de forma considerable. «No hace tanto, hacíamos dos carreras a la hora y, en momentos de mucho trabajo, incluso tres. Ahoran eso es impensable», coinciden en señalar los profesionales. Por este motivo, desde la agrupación provincial del taxi vuelven a alzar la voz para exigir que las subidas se ajusten al coste real de su profesión.
No en vano, la tarifa media por kilómetro en Vitoria es, a día de hoy, cinco céntimos inferior a la media española.
«Nadie tiene un duro y, a no ser que sea muy necesario, la gente coge el autobús o va 'a pata'. Faltan pasajeros y sobran taxis, así que no nos queda otra que meter más horas para, encima, ganar menos», expone José Luis López de Landache instantes después de aparcar su Mercedes en la parada de Jesús Guridi.
La estampa con la que se topa es la misma que se encontraría en la parada de la catedral, en la de Chile o en la de Portal de Castilla: filas de no menos de media docena de taxis parados, conductores de cháchara y escasa rotación. «El otro día estuve parado más de tres horas en El Pilar sin recoger a un solo cliente. ¿Qué hacemos?».
La respuesta la da, a renglón seguido, el propio Jesús, cuatro años en el gremio. «A meter jornadas de catorce horas diarias y sin librar un solo día. Este año, me he podido ir una semana de vacaciones y, como yo, muchos. Pero entiendo a la gente. Si no hay dinero, en vez de tomarse cinco cervezas, se toma una, y en vez de coger un taxi, se va andando».
La crisis está sacudiendo con fuerza al sector y, una vez más, el dedo acusador apunta, en parte, al Ayuntamiento. «La situación -explica el presidente de la Asociación del Taxi de Álava, José Antonio García- ya se veía venir, así que no se tendrían que haber concedido las últimas veinte licencias que se dieron el año pasado. Ahora mismo, no hay trabajo para todos».
Y es que, por más que Vitoria siga siendo la capital de su entorno con menos taxis por habitante -tiene en la actualidad una flota de 194 vehículos públicos, lo que arroja un ratio de 0,84 vehículos por cada mil vecinos-, «esta ciudad sigue siendo un pueblo, un pueblo grande». Lo dice un chófer que se presta a hablar con la condición de no desvelar su identidad.
Ni turismo, ni aeropuerto
«No tenemos turismo, tampoco funciona el aeropuerto. No podemos compararnos con Bilbao, ni siquiera con Donosti», argumenta. «Y que no se nos olvide que también hay licencias concedidas por la Diputación para los taxis de lujo y los vehículos de alquiler con conductor».
Las constantes protestas del gremio por todas esas cuestiones han dado ya algún fruto. Y es que, pese a que el actual partido en el gobierno, el PSE, impulsó hace un año desde la oposición una iniciativa para elevar el número de taxis hasta los 230, el alcalde, Patxi Lazcoz, ha descartado por el momento conceder más licencias. Prefiere, dice, ser «prudente» y esperar a comprobar cómo evoluciona el servicio con la nueva ordenanza, que entró en funcionamiento en diciembre del año pasado.